George - Man of God
Written by Megan Juba.
“I don’t have much problem knowing what’s most important to me,” George says without hesitation. “Number one, God. Number two, Family. Number three, caring for people.” He’s lived his 84 years prioritizing these–in this order. He grew up in the rural Gunnison valley where it was hard to make a living and tough on people. He was the second born of four siblings. His mother lived a “physically difficult life” his whole childhood. He shrugs, “My family was a little tougher than most, I guess.” Tears well over from his pale blue eyes as he remembers her. “She asked me to read her bible on her deathbed. When I promised her, she died.” He says he didn’t really have God for 40 years. Until her death, he believed, but didn’t practice. “She knew I would have to accept.” He did, and lives a life that shows it.
George married his wife, Pat, to have a family at age 22. They had three girls and a boy, eleven grandchildren, five great grandchildren and have one more great on the way. Like most men in his generation, work was the priority. He worked hard to provide for his family, paid for everything outright, put money away and didn’t go on family vacations so they would someday inherit something. “Family was second to job, then I became a Christian… Years ago I would do whatever I could do to feed my family. Now, I pray and know that He will provide for me. The closer you can be to God, the better you can do for your family. A prayer to me is more important than anything else you can do.”
Over the years, George has cared for people by trying to “pay witness” through everyone. He looks at his rough hands and admits, “I probably haven’t done a good job of it. I’ve thought about all the opportunities I’ve missed.” He’s been able to use fishing as a “tool from God.” Friends get to know each other well and talk while on the water. He feels like paying witness to others in a way that is relatable and doesn’t make them feel inferior is important. These last two years, age has finally caught up to him. He’s lost his desire to go fishing. “I haven’t been as good at finding something to keep me going,” he says with his head hung. But he still has one goal. “For God to put someone in my path that I can witness to; share the gospel and ask them about Jesus.”
Escrito por: Megan Juba
Título: Hombre de Dios
Cita: "Una oración para mí es más importante para mí que cualquier otra cosa que pueda hacer".
Descripción del narrador: 84 años de edad y sus prioridades.
“No tengo muchos problemas para saber qué es lo más importante para mí”, dice George sin dudarlo. “Número uno, Dios. Número dos, Familia. Número tres, cuidar de otros”. Ha vivido sus 84 años con esa prioridad, en ese orden. Creció en el área rural del valle de Gunnison, donde era difícil ganarse la vida y la vida era dura con la gente. Fue el segundo de cuatro hermanos. Su madre vivió una “vida físicamente difícil” durante su infancia. Se encoge de hombros, "Mi familia era un poco más fuerte que muchas, supongo". Las lágrimas brotan de sus ojos azul pálido cuando la recuerda. “Ella me pidió que leyera su biblia en su lecho de muerte. Cuando se lo prometí, ella murió”. Dice que en realidad no tuvo a Dios por 40 años. Hasta su muerte, él creía, pero no practicaba. “Ella sabía que tendría que aceptarlo”. Lo hizo, y vive una vida que lo demuestra.
George se casó con su esposa, Pat para formar una familia, a los 22 años. Tuvieron tres niñas y un niño, once nietos, cinco bisnietos y viene uno más en camino. Como la mayoría de los hombres de su generación, el trabajo era la prioridad. Trabajó duro para mantener a su familia, pagó todo de contado, ahorró dinero y no se fue de vacaciones familiares para que algún día la familia heredara algo. “La familia era lo segundo después del trabajo, luego me convertí en cristiano… Hace años hacía todo lo que fuera para alimentar a mi familia. Ahora, oro y sé que Él proveerá. Cuanto más cerca esté de Dios, mejor podrá hacer por su familia. Una oración para mí es más importante para mí que cualquier otra cosa que pueda hacer”.
A lo largo de los años, George se ha preocupado por las personas tratando de “dar testimonio” a través de todos. Mira sus manos ásperas y admite, “Probablemente no lo he hecho bien. He pensado en todas las oportunidades que he perdido”. Ha usado la pesca como una "herramienta de Dios". Los amigos se conocen bien y conversan mientras están en el agua. Siente que es importante dar testimonio a los demás de una manera que se entienda y que no los haga sentir inferiores. Estos últimos dos años, la edad finalmente lo ha alcanzado. Ha perdido el deseo de ir a pescar. “No he sido tan bueno para encontrar algo que me mantenga en marcha”, dice con cabeza gacha. Todavía tiene un objetivo. “Para Dios poner a alguien en mi camino a quien pueda darle testimonio; compartir el evangelio y preguntarles sobre Jesús”.